[...] No esperemos que nadie nos convoque. Es cierto, quienes militan en la vieja política jamás dejarán de pensar que, en cada circunstancia, favorable o adversa, se trata de repartir poder. Allá ellos.
Ejerzamos poder. En lugar de repartir, compartámoslo. Ejerzamos poder colectivamente. Al fin y al cabo, somos nosotros el partido de los chavistas, de los bolivarianos. La fuerza somos nosotros [...]
x Reinaldo Iturriza - Estamos dispersos a lo largo y ancho del territorio nacional, somos millones, pero nos empeñamos en actuar como si no lo supiéramos. Como si no lo creyéramos
Algún día se hará la relación de cómo todo estaba en suspenso. A nosotros nos toca producir lo nuevo, antes de que se nos acabe el mundo.
Incluso los cambios de época tienen sus épocas de cambio. En Venezuela se ha producido, muy recientemente, un quiebre histórico. Si el 27F de 1989 marcó un antes y un después, y el 6D de 1998 abrió un ciclo de sucesivas victorias populares contra la oligarquía y el imperialismo, lo que hoy cruje bajo nuestros pies es un modelo de sociedad: el capitalismo rentístico petrolero.
Lo que hoy se estremece y nos sacude es un monstruo de cien años, que dio sus primeros pasos durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, se hizo fuerte bajo el primer gobierno de Acción Democrática, entre 1945 y 1948, y alcanzó su plenitud a la sombra del pacto de elites de Punto Fijo, a partir de 1958.
El modelo capitalista rentístico petrolero es un monstruo decrépito, no por centenario, sino porque se pretende eterno, y porque su vitalidad depende del sufrimiento popular, de su infelicidad, de la pobreza material y espiritual de las clases populares.
Depende también de nuestra dificultad para discernir dónde termina la justa distribución de la renta y dónde comienza la competencia despiadada por privilegios. Depende, en fin, de nuestros errores, vacilaciones y complicidades al momento de enfrentarle, lo que nos ha impedido darle fin -
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