por Atilio A. Boron - Si bien en los últimos años surgieron nuevos actores y nuevas realidades que hicieron del sistema internacional una arena más plural y equilibrada que antes, Estados Unidos aún conserva una gravitación extraordinaria en este escenario.
Con una disparidad militar sin precedentes y la enseñanza histórica acerca de que las transiciones geopolíticas siempre estuvieron signadas por grandes conflictos armados, el futuro del planeta y la humanidad es una incógnita por resolver.
Tiempo atrás el presidente ecuatoriano Rafael Correa sintetizó elocuentemente la situación imperante en el sistema internacional al decir que "no vivimos una época de cambios sino un cambio de época", algo totalmente distinto.
Se trata de un cambio de alcance global, que provoca reacomodos en las turbulentas aguas del sistema internacional, en donde anquilosadas jerarquías y prerrogativas construidas por el imperialismo son desafiadas y los antiguos anhelos de los pueblos de la periferia irrumpen con fuerza inusitada.
Épocas, como lo recordaba Antonio Gramsci en sus estudios sobre la realidad política italiana, en las cuales lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer y que por eso mismo pueden dar origen a toda clase de aberraciones. Una sobria lectura de los acontecimientos mundiales en curso comprueba lo cierto en que estaba al formular sus observaciones acerca de los horrores y las monstruosidades que pueden ocurrir en esas fases de viraje, especialmente en el hobbesiano terreno de las relaciones internacionales - texto completo
Con una disparidad militar sin precedentes y la enseñanza histórica acerca de que las transiciones geopolíticas siempre estuvieron signadas por grandes conflictos armados, el futuro del planeta y la humanidad es una incógnita por resolver.
Tiempo atrás el presidente ecuatoriano Rafael Correa sintetizó elocuentemente la situación imperante en el sistema internacional al decir que "no vivimos una época de cambios sino un cambio de época", algo totalmente distinto.
Se trata de un cambio de alcance global, que provoca reacomodos en las turbulentas aguas del sistema internacional, en donde anquilosadas jerarquías y prerrogativas construidas por el imperialismo son desafiadas y los antiguos anhelos de los pueblos de la periferia irrumpen con fuerza inusitada.
Épocas, como lo recordaba Antonio Gramsci en sus estudios sobre la realidad política italiana, en las cuales lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer y que por eso mismo pueden dar origen a toda clase de aberraciones. Una sobria lectura de los acontecimientos mundiales en curso comprueba lo cierto en que estaba al formular sus observaciones acerca de los horrores y las monstruosidades que pueden ocurrir en esas fases de viraje, especialmente en el hobbesiano terreno de las relaciones internacionales - texto completo