miércoles, 6 de abril de 2016

Argentina - golpe blando... marcha apresurada del capitalismo mafioso [1/3]

Argentina después del golpe blando. La marcha apresurada del capitalismo mafioso

Jorge Beinstein - En Argentina empieza a conformarse un régimen autoritario con apariencia constitucional, convergencia mafiosa de camarillas empresarias, judiciales y mediáticas monitoreada por el aparato de inteligencia de los Estados Unidos, pero lo que demuestran los primeros meses del proceso es que la tentativa tropieza con numerosas dificultades que amenazan convertirla en una gigantesca crisis de gobernabilidad.

El contexto de su desarrollo es una recesión económica que se va profundizando en marcha hacia la depresión, es decir un funcionamiento económico de baja intensidad, con altas tasas de desocupación, salarios reales muy reducidos y baratos en dólares.
No se trata del retorno del viejo neoliberalismo de los años 1990 ni mucho menos de una imitación del régimen oligárquico de fines del siglo XIX, sino de la tentativa de instauración de un sistema mafioso parasitando sobre una población desarticulada albergando grandes espacios de marginalidad y superexplotación laboral, realizando un saqueo sin precedentes de recursos naturales.

En esa dirección se van imponiendo los instrumentos esenciales del régimen dictatorial: control completo de los medios de comunicación, reconversión integral del sistema de seguridad como apéndice del de los Estados Unidos [1], implantación de mecanismos de destrucción económica y social a gran escala, despliegues mediático-judiciales tendientes a extirpar a las oposiciones que no se subordinen al nuevo régimen.

Sometimiento colonial y decadencia periférica Los tiempos han cambiado, la “doctrina de la seguridad nacional” vigente en la época de Videla y Pinochet coincidía con la visión militar-profesional del Imperio, se trataba del control milimétrico de la sociedad colonizada, administrada como un cuartel que coincidió históricamente con la última etapa del predominio en los Estados Unidos del “complejo militar-industrial” tradicional, alianza entre la gran industria armamentista y los altos mandos militares subordinando a las elites políticas. Resultado del keynesianismo militar que marcó a la superpotencia desde la Segunda Guerra Mundial y que entró en declinación en los años 1980 [2].

Más adelante el “Consenso de Washington” reinó durante la era de Carlos Menem en Argentina, Collor de Mello y Cardoso en Brasil señalando el auge de la financierización de la economía y de la política en los Estados Unidos y el conjunto de potencias dominantes sin por ello dejar de lado a la componente militar que comenzó a
transformarse.

Esos dos momentos trágicos expresaron la afirmación del sometimiento colonial de Argentina, el primero con formato militar-dictatorial y el segundo con rostro civilconstitucional, que se correspondieron con diferentes configuraciones imperialistas:

en el primer caso con un imperialismo norteamericano industrial ascendente, disputando la Guerra Fría y en el segundo con la presencia de la única superpotencia global que venía de ganar esa guerra y que se aprestaba a ejercer la hegemonía planetaria. Aunque al mismo tiempo se financierizaba, el parasitismo empezaba a corroer el sistema degradando sus pilares productivos, instalando la cultura del consumismo desenfrenado.

Esa prosperidad malsana contagió a elites periféricas, en los Estados Unidos la fiesta se convirtió en ola militarista desde 2001 y la mega burbuja financiera estalló en 2008, en Argentina el show derivó en recesión la que a su vez culminó con un gran desastre económico, social e institucional en 2001.

El actual sometimiento de Argentina a los Estados Unidos no se corresponde con el auge del Imperio sino con su decadencia, su degradación económica y social, su retroceso geopolítico internacional que busca ser compensado mediante el control total de su patio trasero latinoamericano asegurando la súper explotación de recursos naturales decisivos pero también para introducir a la región como pieza propia de su juego global: como señuelo para sus socios europeos en la OTAN o como retaguardia segura en el armado del “Acuerdo Transpacífico”.

Es un imperio comandado por una lumpenburguesía financiera, sobreviviendo con bajas tasas de crecimiento productivo, parasitando sobre el resto del mundo, que no busca instaurar una jerarquía mundial estable reproduciéndose en el largo plazo sino depredar recursos naturales, degradar o eliminar estados, destruir defensas sociales periféricas extendiendo ofensivas desestructurantes, desintegradoras de identidades nacionales y culturales.

Su instrumento de intervención militar es ahora una constelación de organizaciones guiadas por la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación [3] empleando de manera intensiva mercenarios, operaciones clandestinas de su estructura profesional, redes mafiosas, manipulaciones mediáticas y otras actividades destinadas a destruir, caotizar espacios periféricos con el fin de saquearlos.

En correspondencia con ese fenómeno las burguesías latinoamericanas fueron mutando hasta llegar a la situación actual donde grupos industriales, financieros o de agrobusiness combinan sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios), transnacionalizándose, convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior.

En el caso argentino podríamos encontrar antecedentes en el reinado de la “patria financiera” durante la última dictadura militar el que a su vez tiene que ser visto como resultado del fin de la era industrialista.

En síntesis, la configuración lumpenimperialista impone dinámicas decadentes en la periferia, en América Latina ha llegado la hora del lumpencapitalismo, las elites argentinas venían avanzando en esa dirección, la llegada de Macri a la presidencia expresa un enorme salto cualitativo, el país en su conjunto acaba de ingresar de manera recargada y brusca en ese proceso.

[1] Horacio Verbitsky, “La transparencia del sigilo”, Página 12, Buenos Aires, 27 de marzo de 2016.

[2] Jorge Beinstein, ”La ilusión del metacontrol imperial del caos. La mutación del sistema de intervención militar de los Estados Unidos y sus consecuencias para América Latina”, Seminario “Nuestra América y Estados Unidos: desafíos del Siglo XXI”. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central del Ecuador, Quito, 30 y 31 de Enero de 2013. http://beinstein.lahaine.org/?p=516

[3] Jorge Beinstein, art. cit. - [1/3]... sigue