Eduardo Marin - Persistir en la 'locomotora' extractivista es nadar contra la corriente mundial pues además de los daños ambientales -ya graves en extremo- esas acciones extractivas entregan los territorios -legado social y ancestral- al desplazamiento de las comunidades, al empobrecimiento de sus integrantes y a la aplicación de la violencia sistémica
El subdesarrollo persiste bajo la figura de escasa presencia del estado -que se concentra en acciones policíaco/militares de control- y en la ausencia de prestación de servicios básicos a la población para atender salud, educación y vivienda como 'derechos sociales' requeridos para el Buen Vivir
Los expertos han demostrado -desde la teoría y los cálculos- que los enclaves mineros -en general- arrojan un saldo negativo en cuanto a las cuentas e índices del 'desarrollo social'
La extracción minera propicia la transferencia de riqueza desde los entramados sociales a los que pertenecen los recursos 'expropiados' hacia los promotores minoritarios del capital transnacional (unos cuantos inversionistas)
En similar sentido operan los TLC -tratados de libre comercio- que abren los mercados de los países a los productos de las transnacionales y ponen a los productores del país afectado en desventaja, por los subsidios que los primeros reciben en el país de origen de la gran producción
Todos los análisis sobre efectos de los TLC en las economías 'atrapadas' coinciden en que el balance es negativo y en contravía de las promesas que se hacen al impulsar su firma
No solo hay daño económico y es más sensible el deterioro social que resulta 'injustificable' – Por eso se encienden -con razón- las alertas acerca de la imposición por los países poderosos de los mega-TLC (TransPacífico y TansAtlántico) que abren paso al 'gobierno transnacional' avizorado ya en algunos países de nuestra América latino-caribeña -ema