Intervención en el Taller “Lenin: de las Tesis de Abril a El Estado y la Revolución”, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 21 de abril de 2016
[...] Igual que Bolívar, Martí o Fidel, Lenin pudo parecerles un iluso a sus contemporáneos, y puede parecer ilógico o chocante al que hoy se queda en la superficie al leerlo, cuando, encontrándose en condiciones sumamente desventajosas, planteaba los rasgos y los problemas del gran escenario futuro, y aseguraba así que ese tiempo vendría.
En realidad, este libro [
el-estado-y-la-revolucion-lenin] es un ejemplo señero de la unión entre la utopía y las tareas más inmediatas, entre la política y la teoría, y del valor y la procedencia prácticos y teóricos que ella posee.
Me recuerda al Carlos Marx de 1875, de la Crítica del Programa de Gotha, apenas al inicio del largo camino de la socialdemocracia, advirtiéndoles a los marxistas que de ahora en adelante su enemigo principal será la república democrática capitalista, y dejándoles un esbozo singular del proceso que podría llevar a la humanidad hacia el comunismo [...]
Los conjuntos orgánicos de ideas y los movimientos políticos organizados que pretenden la realización de cambios sociales de envergadura están obligados a articular sus visiones más generales de objetivos supremos y trascendentes con las estrategias y tácticas que rijan sus actuaciones concretas en las más diversas situaciones y fases que involucren a sus prácticas. Las razones son obvias.
Por una parte, sus ideas no constituyen ejercicios intelectuales desentendidos de las incidencias, los intereses y las pasiones de las vidas humanas y de las sociedades, y sus movimientos no son órganos sociales de existencia circunstancial o esporádica, formados para ejercer presión, negociar o amotinarse respecto a cuestiones concretas o coyunturas, sin aspirar a derrocar al orden vigente y sustituirlo por otro nuevo -
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