por Jeferson Miola - El crimen está tipificado: es asesinato. La víctima también está identificada: la democracia, el Estado Democrático de Direcho y la Constitución.
Los autores del crimen son conocidos: los fascistas golpistas que se perfilan alrededor del vicepresidente Michel Temer que, quien sin haber recibido un solo voto siquiera, quiere adueñarse del sillón presidencial conferido a Dilma Rousseff por 54.501.118 brasileiñas/os.
El PMDB anunció –en reunión de directorio nacional que duró poco más de tres minutos, un record en la historia mundial de directorios partidarios – la síntesis de la política asquerosa construida en 15 meses de conspiraciones y traiciones ejecutadas soterradamente por el propio Temer: el abandono traicionero del gobierno.
La fotografía del anuncio habla por sí: Eduardo Cunha – sí, el mismo Eduardo Cunha que mejor desempeñaría el papel de presidiario – estaba en la línea del frente, de brazos erguidos y entrelazados con otras tristes figuras del golpismo peemedebista, que ultrajan la memoria de sus líderes Ulisses Guimarães y Tancredo Neves.
El golpe fascista liderado por la alianza PMDB/PSDB e instigado y financiado por el condominio jurídico-mediático-policial con apoyo del gran capital acelera el galope. En los próximos 6 meses, el golpe será consumado, o habrá sido enterrado por la resistencia democrática.
El gobierno de Dilma entra en un nuevo y decisivo ciclo. En realidad, el gobierno de Dilma podrá reinventarse, recuperar la oportunidad de reencontrarse con el programa electo por 54.501.118 brasileñas/os el 26 de octubre de 2014. Con un desafío de transcendental complejidad: resistir al golpismo que adquirió una fuerza descomunal este fin de marzo -
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