por Ava Gómez, Sabrina Flax y Javier Calderón / CELAG
- Colombia siguió alineada con Estados Unidos después de la derrota del ALCA en el 2005, suscribiendo Tratados de Libre Comercio-TLC por doquier: pacto con Estados Unidos, la Unión Europea, Corea del Sur, Costa Rica, la Alianza del Pacífico, Mercosur, entre otros países u organizaciones supranacionales.
Las derechas se han esforzado en mostrar, con altos grados de exaltación, la teórica posibilidad de una lluvia de inversiones extranjeras que llegarían por cuenta de esos tratados.
Una doctrina bastante alejada de los hechos, la matriz productiva nacional extractivista,
las pocas inversiones instaladas y las proyectadas no generarán empleo y seguirán trasladando el crecimiento económico nacional hacia otros países; con la fuga de capitales extrayendo ganancias, de forma legal y, de forma ilegal, con los fondos financieros offshore.
Los recursos de las empresas transnacionales son destinados al sector primario, normalizado con reglas favorables para los inversores y adversas para Colombia, puesto que no deja grandes márgenes de renta para el país [14]
Lo dicho se evidencia en los efectos del TLC suscrito con los Estados Unidos: en el 2011, año de entrada en vigencia del tratado, el superávit comercial de Colombia con ese país era de US$ 8.111 millones, tres años después (2014) el déficit comercial superó los US$ 3.303 millones[15]; lo cual quiere decir que Colombia ha perdido cerca de 11 mil millones de dólares al año en exportaciones, derrumbando sectores de la producción agrícola, ganadera, avícola, floricultor y textil [...]