sábado, 27 de febrero de 2016

América latina y caribeña - dos vías [contradictorias] de la integración

x François Houtart - La reunión de Quito se inició con un discurso particularmente claro de Rafael Correa. Por una parte, criticó la dominación del mercado, fuente de las desigualdades en el continente, y denunció el mito del libre comercio y de los tratados del mismo nombre.

Por otra parte, recordó la declaración de América Latina como zona de paz, bajo la presidencia de Raúl Castro. Él afirmó también que la Celac, con el tiempo, remplazará a la OEA.

La reunión fue un éxito, reafirmando la posibilidad de una integración pluralista y de algunos pasos, si no anti-sistémicos, por lo menos antihegemónicos, tales como una nueva arquitectura financiera y una mejor redistribución de la riqueza.

Para los procesos de integración latinoamericana hubo desde el principio una doble tendencia, una que empezó con la Conferencia de Panamá, llamada por Simón Bolívar en 1824, y la otra que se inspiró de la doctrina Monroe en 1823.

La lucha entre las dos se desarrolló durante los dos siglos pasados. Para la última, la integración hacia el norte significa un proceso dependiente del centro imperial. Es particularmente después de la Segunda Guerra Mundial que se institucionalizó este modelo, con la constitución de la OEA (1948) precedida un año antes por su ala militar, el TIAR (1947).

El proyecto abortado del ALCA (1968) tenía por función de completar esta triada. La Alianza para el Progreso, lanzada en los años 60 por el presidente Kennedy, quería realizar una serie de reformas, favorables a una integración norte-sur.

Varias otras iniciativas se inscribieron en la misma orientación, como el Plan Puebla Panamá en América Central y el IIRSA (Iniciativa por la Integración de las Infraestructuras de América latina) en América del Sur - texto completo