Por Alfredo Molano Bravo - Lo que Colombia vio por los medios y los usuarios del Transmilenio sufrieron pueden ser el prólogo y la imagen de los conflictos que vendrán después de firmados los acuerdos con las guerrillas.
Lo primero porque los problemas sociales –tierra, trabajo, salud, transporte– se han venido represando desde hace mucho tiempo sin solución alguna.
Los gobiernos usan, sin vergüenza, una fórmula perversa que consiste en paños de agua tibia, represión armada y desinformación. Congelan el asunto y se lo pasan a su sucesor, que es el que paga los platos rotos. No lo hace. Usa el mismo guión y le endosa el problema a su sucesor.
Y así. El Transmilenio quedó mal joteado desde el principio. En realidad fue un negocio entre los negociantes del transporte público, los políticos profesionales y el gobierno distrital, para unirse en una sola gran empresa mixta, donde lo ancho es para los privados y lo angosto para lo público: las vías y las losas las pone y las mantiene la Alcaldía, y el sistema –los buses y la plata– se lo apropian los privados.
Este pícaro gordiflón todo se come. Fue una sociedad para atravesársele al metro, porque ese capital no podía ser financiado por los negociantes locales, sino por inversionistas extranjeros, lo que debilitaría el monopolio que siempre han tenido en el transporte público.
Tengo la sensación de que desde tiempos de la alcaldía de Gaitán Durán se están haciendo estudios del metro, pero la trinca hecha entre concejales y empresas de buses y similares ha hecho imposible cualquier solución de Estado. El Estado no es débil sólo en el Caguán sino también en la avenida Jiménez; esas debilidades las resuelven a bala y la cosa sigue tal cual - texto completo
Lo primero porque los problemas sociales –tierra, trabajo, salud, transporte– se han venido represando desde hace mucho tiempo sin solución alguna.
Los gobiernos usan, sin vergüenza, una fórmula perversa que consiste en paños de agua tibia, represión armada y desinformación. Congelan el asunto y se lo pasan a su sucesor, que es el que paga los platos rotos. No lo hace. Usa el mismo guión y le endosa el problema a su sucesor.
Y así. El Transmilenio quedó mal joteado desde el principio. En realidad fue un negocio entre los negociantes del transporte público, los políticos profesionales y el gobierno distrital, para unirse en una sola gran empresa mixta, donde lo ancho es para los privados y lo angosto para lo público: las vías y las losas las pone y las mantiene la Alcaldía, y el sistema –los buses y la plata– se lo apropian los privados.
Este pícaro gordiflón todo se come. Fue una sociedad para atravesársele al metro, porque ese capital no podía ser financiado por los negociantes locales, sino por inversionistas extranjeros, lo que debilitaría el monopolio que siempre han tenido en el transporte público.
Tengo la sensación de que desde tiempos de la alcaldía de Gaitán Durán se están haciendo estudios del metro, pero la trinca hecha entre concejales y empresas de buses y similares ha hecho imposible cualquier solución de Estado. El Estado no es débil sólo en el Caguán sino también en la avenida Jiménez; esas debilidades las resuelven a bala y la cosa sigue tal cual - texto completo