jueves, 26 de mayo de 2016

Colombia - la cuestión militar y la mano de Estados Unidos en el conflicto

por Alfredo Molano Bravo [...] El comandante de las FF. MM., general Mejía, confesó esta semana: “hay que exaltar que las relaciones (con el Departamento de Estado, el Pentágono, el comando Sur) son muy fluidas, que ellos tienen acá personas;

ciudadanos norteamericanos que hacen parte de nuestros equipos, que trabajan con nosotros, que nos ayudan, que nos orientan, y realmente esa alianza ha sido componente fundamental para alcanzar lo que denominamos la victoria militar” [...]

A fines de la década de 1990 se rompió el equilibrio militar que después de 40 años de conflicto armado había logrado la guerrilla, que combatía con armas muy similares a las que tenía el Ejército. Digamos Máuseres con Máuseres, M-1 contra M-1, A-47 contra Galiles. Guerra de fusilería.

La guerrilla usaba armas artesanales como los tatucos —o catalicones— y las minas quiebrapatas; el Ejército, morteros y aviones, pero el equilibrio relativo se mantenía. La insurgencia contaba con apoyo de la población civil, mientras el Ejército tenía que imponerlo o comprarlo.

El Gobierno autorizó a las FF. AA. en 1968 —administración Lleras Restrepo, hay que repetirlo— a armar civiles para combatir a los alzados, que eran calificados como comunistas y por tanto “enemigos internos”, según la Doctrina de seguridad nacional adoptada por el Estado colombiano a instancias del gobierno de EE. UU. Regía la Guerra Fría.

Esos decretos fueron la cuna del paramilitarismo. La estructura, las armas, la estrategia, las tácticas del Ejército eran elaboradas por el Comando Sur, y los oficiales, la gran mayoría, entrenados en sus escuelas militares. Historia patria documentada - texto completo