x Rafael Hernández [lahaine.org] - Para aprovechar a Gramsci (lo mismo que a Martí, Mariátegui, Mella, el Che, Fidel o a cualquier otro pensador político) hay que entender la circunstancia de su obra
El 27 de abril de 1935, hace 85 años, Antonio Gramsci entró a la muerte, y también, naturalmente, a la inmortalidad. Su recepción en Cuba ha sido traída y llevada por los avatares de la política y del debate de ideas.
De cierta manera, ha representado un cierto termómetro del oleaje intelectual e ideológico entre nosotros, no solo en relación con el marxismo, su enseñanza teórica y doctrinal, sino con la interpretación de lo político y lo cultural, y en la discusión sobre tópicos como dominación, hegemonía, intelectual orgánico, sociedad civil, papel del partido, democracia…
Gramsci fue, ante todo, un político. El fascismo italiano no lo condenó por sus ideas filosóficas, ni siquiera por escribir en L´Ordine Nuevo, la revista de los comunistas, sino por su intensa actividad al frente de ese partido.
Llegó a esa posición, tres años después de haberlo fundado, en 1921, en compañía de Bordiga, Togliatti y otros (con los que no siempre estuvo de acuerdo), a pesar de ser feo, medio jorobado, de baja estatura, tener pinta de intelectual, y enredarse en discusiones con esos compañeros suyos en público.
Se convirtió en el Secretario general del PCI por sus dotes como líder, su poder de convocatoria, su capacidad organizativa, su coraje y su visión estratégica; o para decirlo con palabras cercanas, por su enorme sentido del momento histórico - Leer texto completo
El 27 de abril de 1935, hace 85 años, Antonio Gramsci entró a la muerte, y también, naturalmente, a la inmortalidad. Su recepción en Cuba ha sido traída y llevada por los avatares de la política y del debate de ideas.
De cierta manera, ha representado un cierto termómetro del oleaje intelectual e ideológico entre nosotros, no solo en relación con el marxismo, su enseñanza teórica y doctrinal, sino con la interpretación de lo político y lo cultural, y en la discusión sobre tópicos como dominación, hegemonía, intelectual orgánico, sociedad civil, papel del partido, democracia…
Gramsci fue, ante todo, un político. El fascismo italiano no lo condenó por sus ideas filosóficas, ni siquiera por escribir en L´Ordine Nuevo, la revista de los comunistas, sino por su intensa actividad al frente de ese partido.
Llegó a esa posición, tres años después de haberlo fundado, en 1921, en compañía de Bordiga, Togliatti y otros (con los que no siempre estuvo de acuerdo), a pesar de ser feo, medio jorobado, de baja estatura, tener pinta de intelectual, y enredarse en discusiones con esos compañeros suyos en público.
Se convirtió en el Secretario general del PCI por sus dotes como líder, su poder de convocatoria, su capacidad organizativa, su coraje y su visión estratégica; o para decirlo con palabras cercanas, por su enorme sentido del momento histórico - Leer texto completo