[EFE / elcomunista.net] - Apenas a kilómetro y medio del Palacio
de Gobierno de Lima existe una comunidad indígena muy particular, que
ejemplifica las duras e implacables condiciones de la cuarentena
obligatoria por la COVID-19 para millones de peruanos sin recursos ni
servicios básicos.
Solo cinco minutos en automóvil desde la
Plaza Mayor sirven para zambullirse de lleno en la cruda realidad de
Cantagallo, el reducto donde subsisten un grupo de 250 familias de la
etnia amazónica shipibo-konibo que hace unos 20 años llegaron a Lima
para asentarse a orillas del contaminado río Rímac.
A pesar de estar tan cerca del poder
político concentrado en el casco histórico de la capital peruana, los
alrededor de mil habitantes de Cantagallo viven ahora mismo sin luz, el
agua la toman de dos caños que emergen de la tierra y tampoco tienen
desagüe.
«Es una comunidad muy luchadora. Vino en
busca de oportunidades en educación, salud y trabajo y se ha
autogestionado social y económicamente sin el apoyo del Gobierno.
Así ha
luchado en el espacio que se ha ganado por derecho», relató a Efe
orgullosa la presidenta de la Asociación de Artesanos Shipibos
Residentes en Lima (Ashirel), Karina Pacaya - Leer texto completo