[Blog Un vallekano en Rumania / elcomunista.net] - El capital está preocupado por la
pandemia. No, por supuesto, por la salud de la gente, sino por sus
negocios.
Así que, mientras toma medidas restrictivas de la libertad de
movimiento, obligando a los ciudadanos a estar encerrados en casa para
evitar el contacto social y la extensión del virus, hace excepciones
cuando se trata de enviarlos a sus puestos de trabajo, aglomerados en
transporte público o codo a codo en las fábricas, para que sigan
produciendo la necesaria plusvalía.
Igualmente, las potencias imperialistas,
necesitadas de mano de obra barata para los trabajos más duros, exige a
los países dependientes, sus nuevas colonias, que les sigan enviando
obreros para, especialmente, pero no solo, los trabajos agrícolas,
quedando en evidencia su habitual estrategia para dividir a los
trabajadores extranjeros y los locales de que los primeros vienen a
quitarles el trabajo.
El gobierno de Rumania, país conocido como
principal exportador de trabajadores baratos a los ricos estados de la
Unión Europea, ha aceptado raudo las órdenes de Bruselas y Berlin, y ha
tardado bien poco en permitir que miles de rumanos puedan acudir a la
llamada imperial.
Mientras en Rumania todo el mundo tiene
que estar confinado en casa, se aplica el toque de queda a partir de las
22.00, y el ejército patrulla las calles con su subfusil al hombro,
para los jornaleros se han levantado las restricciones, sin importar en
este caso, pues, cuando se trata de los intereses del amo, la salud de
los trabajadores importa bien poco - Leer texto completo