por Ximena de la Barra (Especial para Nodal) - (Fragmento3) - ¿Cómo se vislumbra el futuro?
El Estado chileno ha plantado las simientes de su propia destrucción física, ética y económica. Se han puesto en marcha formas inéditas de traspaso de recursos desde la ciudadanía al empresariado transgrediendo tratados internacionales en asuntos sociales, ambientales y relativos a los pueblos indígenas.
Los dueños de Chile y de sus recursos no son el pueblo soberano, sino que son un puñado de personas que no tienen asiento en ninguno de los tres poderes del Estado, sino en los directorios de las grandes empresas. La ruptura entre representantes y representados es insalvable y las clases dominantes se muestran incapaces de plantear alternativas.
Sin embargo, los chilenos de a pie parecen haber perdido el miedo, se organizan para informarse y para denunciar el lucro en los servicios básicos, la lacra de las subcontrataciones, y demás formas de violación de derechos.
Se organizan en pos de una Asamblea Constituyente saliéndole al paso a la engañosa propuesta gubernamental de cambio constitucional que pone esa tarea en manos comisiones designadas y de parlamentarios probadamente corruptos y coludidos con el gran capital.
Aún faltan pasos fundamentales que dar antes de encontrar una salida, como son el de unir todas las luchas en una sola gran lucha, el de construir un pueblo que supere el individualismo y el consumismo, y que recupere la ética republicana para poder desarrollar una clara propuesta de futuro.
Este artículo ha puesto de manifiesto lo indisoluble que resulta ser la situación nacional de su relación con EU, aunque con la excepción de algunos iniciados, los movimientos sociales aún no lo han llegado a comprender plenamente. No se encontrará opción de salida alguna si no se incluye este crucial factor en el análisis.
El momento político en la Región se complica y resultará cada vez más difícil luchar en contra el poder imperial y de la corrupción a nivel local, sin el contexto de países vecinos con quienes compartir la lucha. Chile ha sido un país pionero tanto cuando emprendió la vía chilena al socialismo como cuando emprendió la vía al neoliberalismo.
Bien puede volver a ese rol precursor y ponerle un “palo en la rueda” a la contrarevolución neoliberal que en este momento se extiende por el continente dando golpes duros y blandos.
En pleno auge del neoliberalismo, Chile y una multitud de sus analistas y consultores dieron lecciones en la región y en el mundo de cómo ser exitoso. Do it the Chilean way como se permitió recomendarle Sebastián Piñera, entonces Presidente de Chile a Angela Merkel.
Esta vez no habrá consultores ni analistas ni argumentos para asesorar respecto a las virtudes de un neoliberalismo tardío. Pero el mundo, incluso el mundo desarrollado, haría bien en estar pendiente de los acontecimientos en Chile, aunque les parezca que eso no va con ellos, porque a medida que el neoliberalismo conquista el globo, se aceleran los procesos que a Chile le tocó experimentar tempranamente. Difícil es aprender de experiencias ajenas pero esta vez, no conviene hacerse el sordo - texto completo
El Estado chileno ha plantado las simientes de su propia destrucción física, ética y económica. Se han puesto en marcha formas inéditas de traspaso de recursos desde la ciudadanía al empresariado transgrediendo tratados internacionales en asuntos sociales, ambientales y relativos a los pueblos indígenas.
Los dueños de Chile y de sus recursos no son el pueblo soberano, sino que son un puñado de personas que no tienen asiento en ninguno de los tres poderes del Estado, sino en los directorios de las grandes empresas. La ruptura entre representantes y representados es insalvable y las clases dominantes se muestran incapaces de plantear alternativas.
Sin embargo, los chilenos de a pie parecen haber perdido el miedo, se organizan para informarse y para denunciar el lucro en los servicios básicos, la lacra de las subcontrataciones, y demás formas de violación de derechos.
Se organizan en pos de una Asamblea Constituyente saliéndole al paso a la engañosa propuesta gubernamental de cambio constitucional que pone esa tarea en manos comisiones designadas y de parlamentarios probadamente corruptos y coludidos con el gran capital.
Aún faltan pasos fundamentales que dar antes de encontrar una salida, como son el de unir todas las luchas en una sola gran lucha, el de construir un pueblo que supere el individualismo y el consumismo, y que recupere la ética republicana para poder desarrollar una clara propuesta de futuro.
Este artículo ha puesto de manifiesto lo indisoluble que resulta ser la situación nacional de su relación con EU, aunque con la excepción de algunos iniciados, los movimientos sociales aún no lo han llegado a comprender plenamente. No se encontrará opción de salida alguna si no se incluye este crucial factor en el análisis.
El momento político en la Región se complica y resultará cada vez más difícil luchar en contra el poder imperial y de la corrupción a nivel local, sin el contexto de países vecinos con quienes compartir la lucha. Chile ha sido un país pionero tanto cuando emprendió la vía chilena al socialismo como cuando emprendió la vía al neoliberalismo.
Bien puede volver a ese rol precursor y ponerle un “palo en la rueda” a la contrarevolución neoliberal que en este momento se extiende por el continente dando golpes duros y blandos.
En pleno auge del neoliberalismo, Chile y una multitud de sus analistas y consultores dieron lecciones en la región y en el mundo de cómo ser exitoso. Do it the Chilean way como se permitió recomendarle Sebastián Piñera, entonces Presidente de Chile a Angela Merkel.
Esta vez no habrá consultores ni analistas ni argumentos para asesorar respecto a las virtudes de un neoliberalismo tardío. Pero el mundo, incluso el mundo desarrollado, haría bien en estar pendiente de los acontecimientos en Chile, aunque les parezca que eso no va con ellos, porque a medida que el neoliberalismo conquista el globo, se aceleran los procesos que a Chile le tocó experimentar tempranamente. Difícil es aprender de experiencias ajenas pero esta vez, no conviene hacerse el sordo - texto completo