por Marco Teruggi - Guerra como tal ya existe en Venezuela. Una nueva, que no tiene ejércitos regulares, partes diarios ni generales que asuman responsabilidades. Es, de hecho, exactamente lo contrario: invisible.
Se esconde la comida, los medicamentos, y se mata a cuenta gotas, con las tácticas paramilitares importadas desde Colombia, promocionadas por Uribe como método para desgastar y desplazar a las fuerzas populares de sus territorios
A veces es bueno resaltar lo evidente: existen actores económicos y políticos que quieren la guerra. Quedó demostrado en la campaña del plebiscito en Colombia del pasado domingo. Eso que suele presentarse como anhelo universal es una mentira: a algunos no les conviene la paz. El conflicto armado puede ser un negocio, una forma de reproducir el orden de la injusticia.
El vocero principal de ese pensamiento, camuflado bajo la mentira de “otro tipo de paz”, resultó ser una vez más Álvaro Uribe, presidente de Colombia entre el 2002 y el 2010.
No era de sorprenderse, fue quien desde el principio se opuso públicamente a las negociaciones entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo. Una postura nacida de su propia inmersión dentro de la guerra, de sus vínculos directos con el paramilitarismo han sido comprobados en reiteradas oportunidades - texto completo
Se esconde la comida, los medicamentos, y se mata a cuenta gotas, con las tácticas paramilitares importadas desde Colombia, promocionadas por Uribe como método para desgastar y desplazar a las fuerzas populares de sus territorios
A veces es bueno resaltar lo evidente: existen actores económicos y políticos que quieren la guerra. Quedó demostrado en la campaña del plebiscito en Colombia del pasado domingo. Eso que suele presentarse como anhelo universal es una mentira: a algunos no les conviene la paz. El conflicto armado puede ser un negocio, una forma de reproducir el orden de la injusticia.
El vocero principal de ese pensamiento, camuflado bajo la mentira de “otro tipo de paz”, resultó ser una vez más Álvaro Uribe, presidente de Colombia entre el 2002 y el 2010.
No era de sorprenderse, fue quien desde el principio se opuso públicamente a las negociaciones entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo. Una postura nacida de su propia inmersión dentro de la guerra, de sus vínculos directos con el paramilitarismo han sido comprobados en reiteradas oportunidades - texto completo