[Sputnik] - Anular la racionalidad y el juicio,
detonar la solidaridad y las posibilidades de la convivencia ciudadana
se constituyen ahora en objetivos preciados de quienes planifican la
agresión desde la suntuosa oficina oval.
por José Negrón Valera* - “Solo cuando una sociedad vive aterrada y obligada a pensar meramente en su supervivencia, puede aprobar medidas que le son claramente perjudiciales” (Naomi Klein, ‘La doctrina del shock’, 2007).
Las palabras de Klein se mueven en las
hendiduras que ha provocado la guerra no convencional que Estados Unidos
ha decretado contra Venezuela.
No obstante, Washington ha tropezado con
un obstáculo cuya naturaleza es muy difícil de someter al juicio de
expertos o de los cálculos y algoritmos de las supercomputadoras del
Pentágono: el deseo de resistir a la agresión.
Edward Said dijo cierta vez que nunca se
dio el caso de un pueblo que se sometiera de manera pasiva y dócil a
los designios de los imperios.
La resistencia siempre ha sido un signo
inscrito en la naturaleza de los oprimidos. Esos que Walter Benjamin,
situaba en “estado de emergencia permanente” y que llevan no 20, no 100,
sino siglos luchando contra el mismo mal: la pulsión de muerte, el
deseo de unos por imponer a sangre y fuego su voluntad sobre otros.
Sometidos a una nueva agresión, que ha
dejado a la mayoría del país sin energía eléctrica por más de cinco
días, conviene revisar un concepto que se ha venido haciendo cada vez
más visible en el día a día de los venezolanos: la resiliencia. [::] - tomado de elcomunista.net - Leer informe completo + fotos