Grain - Agencia Walsh -
Las pequeñas producciones campesinas, desalojadas y cercadas por los
ricos y los poderosos, siguen siendo los mayores productores de
alimentos y tienen nada mas que un 25% de la tierra agrícola.
Los gobiernos y las agencias internacionales alardean con frecuencia de que los campesinos y pueblos indígenas controlan la tajada más grande de la tierra agrícola mundial.
Cuando el director general de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO), inauguró 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar, cantó las loas de los agricultores familiares pero ni una sola vez mencionó la necesidad de una reforma agraria.
Por el contrario, anunció que las fincas familiares ya tenían la mayor parte de la tierra agrícola mundial, la increíble cifra de 70% de acuerdo a su equipo.
Pero una nueva revisión de los datos, emprendida por GRAIN, revela que lo opuesto es lo cierto. Las fincas pequeñas, que producen la mayor parte de los alimentos en el mundo, se hallan apretujadas en menos de una cuarta parte de la tierra agrícola mundial, o en menos de una quinta parte si deja uno fuera China e India.
“Con mucha rapidez estamos perdiendo fincas y campesinos por la concentración de tierra a manos de los ricos y los poderosos”, dijo Henk Hobbelink, coordinador de GRAIN. “La abrumadora mayoría de las familias campesinas hoy tienen menos de dos hectáreas de tierra para cultivar, y la proporción se encoge. Si no revertimos esta tendencia, el mundo perderá su capacidad para alimentarse a sí mismo”.
Marina Dos Santos, de la Coordinación del Movimiento de los Sin Tierra brasileño, y de la Vía Campesina, dice: “En el mundo el campesinado es criminalizado, judicializado y hasta desaparecido cuando se trata de la lucha por la tierra.
Actualmente hay cifras alarmantes de muertes que quedan en la impunidad. Es preocupante cómo desde los Estados se han creado figuras jurídicas como el terrorismo y el sabotaje para amedrentar esta lucha. Cotidianamente estamos expuestos a la sistemática expulsión de la tierra, que alcanza indistintamente no sólo a las y los campesinos que luchan por conquistar la tierra, sino también a todo tipo de pequeños agricultores y pueblos originarios.
Hoy el campesinado y los bienes naturales son el blanco de la codicia de los intereses extranjeros. Queremos la tierra para vivir, la tierra para producir, esos son nuestros derechos básicos frente al acaparamiento en manos de corporaciones que sólo buscan la especulación y el lucro” - leer màs en Argenpress
Los gobiernos y las agencias internacionales alardean con frecuencia de que los campesinos y pueblos indígenas controlan la tajada más grande de la tierra agrícola mundial.
Cuando el director general de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO), inauguró 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar, cantó las loas de los agricultores familiares pero ni una sola vez mencionó la necesidad de una reforma agraria.
Por el contrario, anunció que las fincas familiares ya tenían la mayor parte de la tierra agrícola mundial, la increíble cifra de 70% de acuerdo a su equipo.
Pero una nueva revisión de los datos, emprendida por GRAIN, revela que lo opuesto es lo cierto. Las fincas pequeñas, que producen la mayor parte de los alimentos en el mundo, se hallan apretujadas en menos de una cuarta parte de la tierra agrícola mundial, o en menos de una quinta parte si deja uno fuera China e India.
“Con mucha rapidez estamos perdiendo fincas y campesinos por la concentración de tierra a manos de los ricos y los poderosos”, dijo Henk Hobbelink, coordinador de GRAIN. “La abrumadora mayoría de las familias campesinas hoy tienen menos de dos hectáreas de tierra para cultivar, y la proporción se encoge. Si no revertimos esta tendencia, el mundo perderá su capacidad para alimentarse a sí mismo”.
Marina Dos Santos, de la Coordinación del Movimiento de los Sin Tierra brasileño, y de la Vía Campesina, dice: “En el mundo el campesinado es criminalizado, judicializado y hasta desaparecido cuando se trata de la lucha por la tierra.
Actualmente hay cifras alarmantes de muertes que quedan en la impunidad. Es preocupante cómo desde los Estados se han creado figuras jurídicas como el terrorismo y el sabotaje para amedrentar esta lucha. Cotidianamente estamos expuestos a la sistemática expulsión de la tierra, que alcanza indistintamente no sólo a las y los campesinos que luchan por conquistar la tierra, sino también a todo tipo de pequeños agricultores y pueblos originarios.
Hoy el campesinado y los bienes naturales son el blanco de la codicia de los intereses extranjeros. Queremos la tierra para vivir, la tierra para producir, esos son nuestros derechos básicos frente al acaparamiento en manos de corporaciones que sólo buscan la especulación y el lucro” - leer màs en Argenpress