Está sucediendo algo parecido a lo ocurrido al fin de las dictaduras, a mediados de la década de 1980, cuando los mismos “expertos” intentaban asesinar la utopía e inclinarnos por el camino socialdemócrata de “lo posible”.
Sostenían que las condiciones no estaban dadas, que había que rearmar el aparato social y político y acordar con el enemigo para facilitar las farsas de reconciliación nacional, Punto Final, la teoría de los dos demonios y otras maldades similares.
Y hoy reaparece la teoría de los flujos y los reflujos. Aprovechan la muerte del presidente Hugo Chávez, quien borró de varios plumazos la desmoralizante e inhibidora teoría de “lo posible”, para extender el límite hasta donde nuestra imaginación, creatividad, convicciones y fuerzas aguantaran.
Aprovechan para hacerlo, cierto parate en los avances logrados por los procesos de cambio en el continente y una agresiva ofensiva de restauración conservadora, por medios electorales o mediante lo que ahora dan en llamar “golpes blandos”, basados en el terrorismo desatado desde la hegemonía que ejercen los medios de comunicación social comerciales.
Esa derecha, que algunos pensaron derrotada y otros dormida, comenzó a construir un discurso que intenta deslegitimar la década ganada para las mayorías sociales y populares, con la construcción de nuevas democracias –cada país con su modelo propio– muchísimo más equitativas, justas, donde el ciudadano pasó a ser sujeto de políticas y no mero objeto de las mismas - texto completo
Sostenían que las condiciones no estaban dadas, que había que rearmar el aparato social y político y acordar con el enemigo para facilitar las farsas de reconciliación nacional, Punto Final, la teoría de los dos demonios y otras maldades similares.
Y hoy reaparece la teoría de los flujos y los reflujos. Aprovechan la muerte del presidente Hugo Chávez, quien borró de varios plumazos la desmoralizante e inhibidora teoría de “lo posible”, para extender el límite hasta donde nuestra imaginación, creatividad, convicciones y fuerzas aguantaran.
Aprovechan para hacerlo, cierto parate en los avances logrados por los procesos de cambio en el continente y una agresiva ofensiva de restauración conservadora, por medios electorales o mediante lo que ahora dan en llamar “golpes blandos”, basados en el terrorismo desatado desde la hegemonía que ejercen los medios de comunicación social comerciales.
Esa derecha, que algunos pensaron derrotada y otros dormida, comenzó a construir un discurso que intenta deslegitimar la década ganada para las mayorías sociales y populares, con la construcción de nuevas democracias –cada país con su modelo propio– muchísimo más equitativas, justas, donde el ciudadano pasó a ser sujeto de políticas y no mero objeto de las mismas - texto completo