por Raúl Zibechi [La Haine.org] - Lo realmente nuevo no es la centenaria lucha mapuche, pacífica y armada, sino el involucramiento de nuevas camadas de jóvenes
El epicentro de la cultura y la resistencia mapuche está situado en una amplia franja entre la cordillera y el océano [Pacífico del lado chileno; Atlántico del lado argentino], las provincias Malleco y Arauco, regiones donde los conquistadores fueron rechazados, donde se conservaron las tradiciones y las comunidades que ahora están recuperando una mínima pero decisiva porción de las tierras usurpadas siglo y medio atrás.
El interminable tapiz verde se mece al compás del viento, como un oleaje amenazante a punto de engullir poblados, carreteras y gentes. Un paisaje monótono pero sedoso, salpicado aquí y allá por praderas y colinas coronadas siempre por el verde oscuro de las plantaciones de pinos.
A un lado se adivina la cordillera. Al otro, la llanura deambula hacia un mar que nunca termina de decir presente.
La ciudad amanece cansina, como un pueblo grande de provincias, a medio camino entre la metrópoli histérica y la apacible aldea agraria.
En el mercado Pinto, las familias se arremolinan en torno a los centenares de puestos que ofrecen verduras y frutas, carnes, mariscos y una impresionante variedad de especias, entre las que sobresale el merkén ahumado, ají molido fino, suavemente picante, que es la estrella de la cocina mapuche.
Cuando aparece una carreta tirada por bueyes con un enorme cargamento de casi cuatro metros de altura, Andrés explica que son familias vendedoras de cochayuyo, un alga de la costa del Pacífico, de gran valor alimenticio, que puede alcanzar los 15 metros.
Andrés Cuyul es el presidente de la Comunidad de Historia Mapuche, un colectivo de académicos que siguen aferrados a sus territorios, que viven en terrenos en los alrededores de Temuco y continúan vinculados al movimiento mapuche. - Ver texto completo
El epicentro de la cultura y la resistencia mapuche está situado en una amplia franja entre la cordillera y el océano [Pacífico del lado chileno; Atlántico del lado argentino], las provincias Malleco y Arauco, regiones donde los conquistadores fueron rechazados, donde se conservaron las tradiciones y las comunidades que ahora están recuperando una mínima pero decisiva porción de las tierras usurpadas siglo y medio atrás.
El interminable tapiz verde se mece al compás del viento, como un oleaje amenazante a punto de engullir poblados, carreteras y gentes. Un paisaje monótono pero sedoso, salpicado aquí y allá por praderas y colinas coronadas siempre por el verde oscuro de las plantaciones de pinos.
A un lado se adivina la cordillera. Al otro, la llanura deambula hacia un mar que nunca termina de decir presente.
La ciudad amanece cansina, como un pueblo grande de provincias, a medio camino entre la metrópoli histérica y la apacible aldea agraria.
En el mercado Pinto, las familias se arremolinan en torno a los centenares de puestos que ofrecen verduras y frutas, carnes, mariscos y una impresionante variedad de especias, entre las que sobresale el merkén ahumado, ají molido fino, suavemente picante, que es la estrella de la cocina mapuche.
Cuando aparece una carreta tirada por bueyes con un enorme cargamento de casi cuatro metros de altura, Andrés explica que son familias vendedoras de cochayuyo, un alga de la costa del Pacífico, de gran valor alimenticio, que puede alcanzar los 15 metros.
Andrés Cuyul es el presidente de la Comunidad de Historia Mapuche, un colectivo de académicos que siguen aferrados a sus territorios, que viven en terrenos en los alrededores de Temuco y continúan vinculados al movimiento mapuche. - Ver texto completo