Por Carlos Fazio [teleSUR] - Con saldo de 11 mil muertos sobre una población mundial del orden de
los 7,800 millones, la denominada pandemia del coronavirus 2 (Covid-19)
−síndrome respiratorio agudo grave cuyos efectos sobre la vida social
están originando pánico colectivo y una situación de excepcionalidad,
emergencia y alarma mundial− ha derivado
en la virtual militarización de
sociedades enteras, con la consiguiente aplicación de draconianas
cuarentenas con vigilancia activa bajo el argumento de intentar evitar
el contagio.
Como señaló Giorgio
Agamben en un artículo titulado “La invención de una epidemia”, los
medios de difusión masiva y las autoridades de varios países
industrializados se esforzaron por difundir un “clima de pánico”,
provocando “un verdadero estado de excepción” con graves medidas de
control que limitaron la libertad de movimientos y una suspensión del
funcionamiento normal de las condiciones de vida y trabajo en regiones
enteras.
“En un círculo vicioso perverso, la limitación de la libertad
impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de
seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora
intervienen para satisfacerla”, escribió Agamben.
Sin minimizar la
gravedad de la epidemia, y cuando ya había una recesión
económico-financiera en ciernes en varios países y sistemas de salud
pública colapsados por las políticas neoliberales,
los diversos
lenguajes del poder −entre ellos los jurídicos, culturales y mediáticos−
han venido adoptando un léxico médico y hasta epidemiológico, pero
también militar con fines de control de población - Leer texto completo