En efecto. Sobre las 20,30 horas del 29 de marzo de 1956 el infante D. Alfonso de Borbón, de 14 años de edad, moría de un disparo en la cabeza procedente de la pistola personal de su hermano mayor Juan Carlos,
de 18 años y caballero cadete de la Academia General Militar de Zaragoza, estando los dos hermanos, según informaciones oficiales de la época y de la propia familia, solos en una habitación del domicilio familiar en la localidad portuguesa de Estoril.
Este desgraciado hecho, que enseguida sería calificado por el franquismo reinante en España, la dictadura salazarista, la familia Borbón y hasta por el mismo Juan Carlos, como “desgraciado accidente familiar”, nunca
fue investigado por juez alguno, ni español ni portugués, ni civil ni
militar,
algo totalmente atípico y escandaloso teniendo en cuenta que el
dueño del arma homicida era en aquél triste momento un profesional de
la Fuerzas Armadas españolas, en período de formación para obtener el
empleo de Teniente.
Sin embargo, tanto en España como en Portugal, sería revestido del carácter de “alto secreto de Estado”.
Un supuesto “accidente familiar” acaecido en lo más recóndito del clan Borbón en el curso del cual todo un profesional cualificado de las FAS españolas, de 18 años de edad, con más de seis meses de instrucción intensiva en toda clase de armas portátiles del Ejército español y experto, por lo tanto, en el armado, desarmado, mantenimiento,