Estamos cada vez más cerca de las elecciones presidenciales en
Bolivia. Una cita que se repite en menos de un año, en el que ha
ocurrido absolutamente de todo: una nueva presidenta, sin votos, fruto
de un golpe de Estado; gran convulsión política y social,
Evo en el exilio, cambio del Órgano Electoral, muchas decisiones sustanciosas en materia económica e internacional, nuevas elecciones con muchas caras nuevas y, para colmo, una pandemia de grandes dimensiones.
Con tanta densidad de sucesos notables en tan corto periodo de
tiempo, se torna realmente complicado caracterizar el actual escenario
electoral. Casi ningún hecho ocurrido ha tenido aún el tiempo suficiente
para dejar su propia huella.
Se fueron solapando acontecimientos, unos tras otros, que hacen que estemos ante un momento altamente incierto, una suerte de tempo en disputa lleno de contradicciones, algunas creativas y otras destructivas, sin saber cuál será el sentido del reordenamiento político y electoral resultante de este magma boliviano.
La última encuesta de CELAG (2.000 casos, ámbito rural y urbana), sumada a otras cuatro realizadas
en este último año, nos ayudan en parte a disponer de algunas pistas y
hallazgos para descifrar el complejo puzzle político-electoral boliviano. He aquí algunos ejes claves: - Leer texto completo