El reciente pesar por la violación de una niña indígena, de 13 años,
por parte de al menos siete soldados colombianos que se han declarado
culpables, en la comunidad rural de Santa Cecilia, en el departamento de
Risaralda (centro-oeste), destapó
una ola masiva de casos similares y recordó al mundo los traumas que deja la guerra contra el pueblo en Colombia, más allá del acuerdo de paz. Los hechos ocurrieron en septiembre del año pasado, pero no fue hasta finales de junio que el caso se hizo público.
Según el líder indígena de su comunidad, la niña no solo fue violada
de manera colectiva, sino también secuestrada y encerrada durante siete
días en un batallón. Al final la dejaron desnuda y deambulando en una
carretera. Esta comunidad indígena forma parte de la etnia emberá chamí - Leer texto completo