Sally Burch (ALAI) -
Son destacables los avances registrados por América Latina y el Caribe
en la última década en el camino de la integración regional, bajo los
nuevos parámetros de autonomía, soberanía y cooperación, con aciertos
significativos, sobre todo en el plano político y en materia de defensa.
Por lo mismo, llama la atención que la comunicación sigue siendo un tema relegado, siendo que esta era de la comunicación digital implica retos clave para la soberanía y la autonomía, como también para afianzar la participación ciudadana.
Al hablar de comunicación, no me refiero únicamente a lo mediático, pues hoy, no solo gran parte de las áreas del quehacer humano se están reorganizando en torno a la comunicación y las tecnologías digitales, sino que a la par, y en forma acelerada, se están reconfigurando las relaciones de poder mundial.
Si la región no prioriza la búsqueda de respuestas conjuntas a esta realidad, bien podríamos encontrar mañana que se ha movido el piso, y que la autonomía y soberanía regional que se estaban construyendo queden nuevamente sujetas a formas de neocolonialismo.
El poder y el ciberespacio
Desde hace 15 a 20 años, con una velocidad inédita, el mundo vive un proceso de concentración monopólica en diversas áreas de las tecnologías digitales e Internet, desde los servicios básicos hasta el comercio electrónico, pasando por las redes sociales donde las personas se interrelacionan, hasta los buscadores que determinan qué fuentes de información son más visibles, o el mercado publicitario.
En cierta medida, se trata de un fenómeno que los economistas llaman “monopolios naturales”, por el “efecto red”, que ocurre cuando un servicio adquiere popularidad y se convierte en un polo gravitacional, que atrae más gente. Pero también se debe a la desreglamentación del sector y a fallas del diseño técnico que no fue pensado para evitar este efecto -- ver mucho màs en Argenpress
Por lo mismo, llama la atención que la comunicación sigue siendo un tema relegado, siendo que esta era de la comunicación digital implica retos clave para la soberanía y la autonomía, como también para afianzar la participación ciudadana.
Al hablar de comunicación, no me refiero únicamente a lo mediático, pues hoy, no solo gran parte de las áreas del quehacer humano se están reorganizando en torno a la comunicación y las tecnologías digitales, sino que a la par, y en forma acelerada, se están reconfigurando las relaciones de poder mundial.
Si la región no prioriza la búsqueda de respuestas conjuntas a esta realidad, bien podríamos encontrar mañana que se ha movido el piso, y que la autonomía y soberanía regional que se estaban construyendo queden nuevamente sujetas a formas de neocolonialismo.
El poder y el ciberespacio
Desde hace 15 a 20 años, con una velocidad inédita, el mundo vive un proceso de concentración monopólica en diversas áreas de las tecnologías digitales e Internet, desde los servicios básicos hasta el comercio electrónico, pasando por las redes sociales donde las personas se interrelacionan, hasta los buscadores que determinan qué fuentes de información son más visibles, o el mercado publicitario.
En cierta medida, se trata de un fenómeno que los economistas llaman “monopolios naturales”, por el “efecto red”, que ocurre cuando un servicio adquiere popularidad y se convierte en un polo gravitacional, que atrae más gente. Pero también se debe a la desreglamentación del sector y a fallas del diseño técnico que no fue pensado para evitar este efecto -- ver mucho màs en Argenpress