x Jorge Majfud [lahaine.org] - Las ideas de superioridad de la raza blanca para explicar y justificar
el imperialismo moderno fueron moneda común durante el siglo XIX
“Si eres rubio, perteneces a la mejor gente de este mundo. Pero todo se terminará contigo. Tus antepasados han cometido el pecado de mezclarse con las razas inferiores del sur. Como resultado, las mejores cualidades de los rubios, pertenecientes a la raza creadora de la mejor cultura, se ha ido corrompiendo, sobre todo aquí, en EEUU”.
Así comienza el New York Times su artículo destacado del 22 de octubre de 1916 basado en el nuevo libro de Madison Grant The Passing of the Great Race (El final de la Gran Raza) quien, “en palabras mucho más científicas”, alerta del fin de la raza rubia a manos de los blancos de pelo castaño y, peor, de los de pelo castaño de piel oscura.Según el autor, el problema
de los nórdicos era que no disfrutaban del frío y preferían el calor y
la calidez soleada del sur, pero sólo podían subsistir en estas regiones
tropicales como dueños de las tierras sin tener que trabajarlas.
(...) Unos años después, en 1924, del otro lado del Atlántico, un soldado en
su celda llamado Adolf Hitler leerá con pasión el libro de Madison Grant
y comenzará a escribir Mi lucha.
Hitler reconocerá The Passing of the Great Race
como su biblia. Cuando Hitler se convierta en el líder de la Alemania
nazi, su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, leerá con la misma
pasión el libro Propaganda, del estadounidense judío, doble sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays - Leer texto completo