(elcomunista.net) - Las
consecuencias de la crisis económica, provocada por la avaricia de una
élite capitalista mundial que ostenta toda clase de poderes, y que
arrastramos ya hace más de una década las vienen pagando la parte
mayoritaria y más vulnerable de los países afectados por todo el
planeta.
Y todo ello agravado por una pandemia que gestionada desde
políticas neoliberales perjudica aún más a las clases populares y cuyo
origen se nos oculta.
Ese
contexto es utilizado como pretexto para llevar a cabo toda clase de
recortes sociales y de derechos, el desmantelamiento de sectores de
protección social como la salud, la educación, las pensiones…,
al mismo
tiempo que se fomentan privilegios fiscales a los que más tienen y se
ordena el trasvase de dinero público al privado, formado por un
conglomerado de grandes empresas ajenas al interés general,
especuladores y oligopolios financieros, en el que destaca ahora el
emporio farmacéutico.
Y ahora, en
Occidente observamos el tramposo mensaje de que lo importante y
prioritario es la recuperación económica tras la pandemia.
Recuperación
leída en clave de sectores privados que practican el fin de lucro, y
los que se dota de ayudas gubernamentales con dinero de todos.
En nombre
de la pandemia, se devalúan encubiertamente las monedas, reduciendo la
capacidad adquisitiva de los ciudadanos, bajando sueldos y subiendo los
precios e impuestos, los de los asalariados y los indirectos, aquellos
que graban los servicios más esenciales, incluyendo los alimentos y las
medicinas.
En nombre
de la pandemia se da continuidad a la dinámica infernal de defender los
intereses de una minoría extendiendo la pobreza a la mayoría de la
sociedad: la clase trabajadora.
Y en nombre
de la pandemia se privatizan servicios públicos primordiales, y se
decretan normas que reforman las relaciones laborales situándolas en la
precariedad y la pobreza salarial.
En nombre de la pandemia, no se impide la especulación y el fin de lucro como modo de vida económico.
En nombre
de la pandemia se vulneran los derechos individuales, utilizándonos a
todos los ciudadanos como cobayas humanas con vacunas cuyos efectos
reales secundarios ni siquiera conocemos,
como tampoco, su eficacia y
cobertura inmunológica; supuestos antídotos que han venido a engordar
las grandes cuentas de resultados de las multinacionales farmaceúticas.
En nombre de la pandemia nos engañan, institucionalizando la mentira,
lesionando nuestra dignidad para luego esclavizar a nuestros hijos - Ver texto