[Sputnik / elcomunista.net] - Carlos Mesa me pareció siempre un buen
tipo. Un hombre tranquilo, sosegado, hasta amable. Incluso sin grandes
ambiciones. Muy alejado de esos que alguna vez se disputaron la
presidencia de Bolivia, cualquiera sabe con qué intenciones.
Por Héctor Miranda* - En La Paz me lo encontré muchas veces por la calle. Una vez en el
cruce de las calles Potosí y Camacho le hice una pregunta sobre la
demanda de Bolivia a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La
Haya y no me respondió, pero me dio un argumento satisfactorio.
La gente lo saludaba y él respondía siempre con cortesía. Muchos
bolivianos lo conocían por su pasado en diferentes cargos públicos,
hasta llegar a presidente obligado por las circunstancias, o por su
presencia casi constante en los medios.
Nunca fue un aliado de Evo Morales, pero trabajó con el entonces
mandatario por el bien de Bolivia. Fue, junto con el también
exmandatario Eduardo Rodríguez Veltzé, uno de los delegados por la
demanda marítima.
Pero llegaron las elecciones de octubre y Mesa vio cómo su tren se le
iba, se le escapaba tal vez su última oportunidad de llegar al poder
con el respaldo del voto popular, y gritó fraude - Leer texto completo