Efraín Jaramillo Jaramillo [Semillas de identidad] - Colectivo de Trabajo Jenzera
Los pobladores indígenas y afrocolombianos no tuvieron un momento de “respiro”. Es más, como aseguran, la presión sobre sus bosques, ríos y manglares aumentó. Al control territorial de los nuevos grupos delincuenciales, sobrevino un control social sobre las comunidades y gobiernos de los pueblos étnicos.
Desde hace varias décadas la región del Pacífico ha venido experimentando un alarmante aumento de áreas destruidas, al amparo de bandas delincuenciales y grupos guerrilleros, que se lucran de la minería ilegal, cultivo de coca y tráfico de cocaína, explotación de maderas finas y otras actividades extractivistas y negocios ilícitos.
Con la desmovilización de las Farc y la ausencia del Estado —sobre todo su incapacidad para ofrecer seguridad a los pobladores—, los espacios dejados por esa guerrilla, fueron rápidamente copados por otros grupos armados delincuenciales, incluidos el grupo guerrillero ELN y disidencias de las Farc.
Los pobladores indígenas y afrocolombianos, como se deduce de entrevistas e investigaciones realizadas en la Región por el autor, no tuvieron un momento de “respiro”. Es más, como aseguran la mayoría de los testimonios, la presión sobre sus bosques, ríos y manglares aumentó.
Al control territorial de los nuevos grupos delincuenciales, sobrevino un control social sobre las comunidades y gobiernos de los pueblos étnicos.
El drama aumenta en algunas zonas (Medio Atrato, Baudó, Bajo San Juan, Buenaventura, Tumaco...), cuando los diferentes grupos entran en disputa por el control territorial y económico de los territorios - Leer texto completo
Los pobladores indígenas y afrocolombianos no tuvieron un momento de “respiro”. Es más, como aseguran, la presión sobre sus bosques, ríos y manglares aumentó. Al control territorial de los nuevos grupos delincuenciales, sobrevino un control social sobre las comunidades y gobiernos de los pueblos étnicos.
Desde hace varias décadas la región del Pacífico ha venido experimentando un alarmante aumento de áreas destruidas, al amparo de bandas delincuenciales y grupos guerrilleros, que se lucran de la minería ilegal, cultivo de coca y tráfico de cocaína, explotación de maderas finas y otras actividades extractivistas y negocios ilícitos.
Con la desmovilización de las Farc y la ausencia del Estado —sobre todo su incapacidad para ofrecer seguridad a los pobladores—, los espacios dejados por esa guerrilla, fueron rápidamente copados por otros grupos armados delincuenciales, incluidos el grupo guerrillero ELN y disidencias de las Farc.
Los pobladores indígenas y afrocolombianos, como se deduce de entrevistas e investigaciones realizadas en la Región por el autor, no tuvieron un momento de “respiro”. Es más, como aseguran la mayoría de los testimonios, la presión sobre sus bosques, ríos y manglares aumentó.
Al control territorial de los nuevos grupos delincuenciales, sobrevino un control social sobre las comunidades y gobiernos de los pueblos étnicos.
El drama aumenta en algunas zonas (Medio Atrato, Baudó, Bajo San Juan, Buenaventura, Tumaco...), cuando los diferentes grupos entran en disputa por el control territorial y económico de los territorios - Leer texto completo