x Carlos Fazio [La Jornada / lahaine.org] - A corto plazo, el objetivo del bloque golpista es desarticular y liquidar al movimiento de masas y a las fuerzas políticas populares-indígenas nucleadas en torno al MAS
Bajo los parámetros de una guerra híbrida de manufactura estadounidense y con las bendiciones de la jerarquía conservadora de la Iglesia católica local, la contrarrevolución en Bolivia avanza.
En su fase actual, el régimen de excepción de la autoproclamada Jeanine Áñez ha desatado una guerra abierta contra el Movimiento al Socialismo (MAS) del exiliado presidente depuesto Evo Morales, que vía la judicialización de la política ( lawfare) utiliza el derecho como principal arma vengativa de los putschistas.
A corto plazo, el objetivo del bloque golpista es desarticular y liquidar al movimiento de masas y a las fuerzas políticas populares-indígenas nucleadas en torno al MAS, para impedir su regreso al gobierno en las elecciones del próximo 3 de mayo y consolidar el sangriento proceso de restauración conservadora iniciado en noviembre pasado.
Tras las matanzas de Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto), el gobierno de transición delineado desde Washington ha venido reconfigurando la maquinaria militar-policial como principal sustento de la contrainsurgencia social, que tiene en la prensa hegemónica su principal instrumento para la guerra sicológica.
Los mandos de las fuerzas armadas bolivianas han venido impulsado una reformulación organizativa de la institución castrense, a lo que se suma un realineamiento ideológico con los aparatos de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos e Israel,
cuyas expresiones más visibles son la creación de órganos de inteligencia antiterrorista y las operaciones de militarización y patrullajes preventivos antisubversivos en ciudades y regiones del país - Leer texto completo
Bajo los parámetros de una guerra híbrida de manufactura estadounidense y con las bendiciones de la jerarquía conservadora de la Iglesia católica local, la contrarrevolución en Bolivia avanza.
En su fase actual, el régimen de excepción de la autoproclamada Jeanine Áñez ha desatado una guerra abierta contra el Movimiento al Socialismo (MAS) del exiliado presidente depuesto Evo Morales, que vía la judicialización de la política ( lawfare) utiliza el derecho como principal arma vengativa de los putschistas.
A corto plazo, el objetivo del bloque golpista es desarticular y liquidar al movimiento de masas y a las fuerzas políticas populares-indígenas nucleadas en torno al MAS, para impedir su regreso al gobierno en las elecciones del próximo 3 de mayo y consolidar el sangriento proceso de restauración conservadora iniciado en noviembre pasado.
Tras las matanzas de Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto), el gobierno de transición delineado desde Washington ha venido reconfigurando la maquinaria militar-policial como principal sustento de la contrainsurgencia social, que tiene en la prensa hegemónica su principal instrumento para la guerra sicológica.
Los mandos de las fuerzas armadas bolivianas han venido impulsado una reformulación organizativa de la institución castrense, a lo que se suma un realineamiento ideológico con los aparatos de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos e Israel,
cuyas expresiones más visibles son la creación de órganos de inteligencia antiterrorista y las operaciones de militarización y patrullajes preventivos antisubversivos en ciudades y regiones del país - Leer texto completo