La situación actual en América Latina demuestra que la paz no será un resultado de declaraciones «de alto nivel», acuerdos o pactos, sino del avance en la lucha contra el imperialismo y de la aniquilación resuelta de la oposición doméstica a los procesos revolucionarios.
¡Que nadie se confunda! En las condiciones de articulación del capitalismo mundial no es posible que esa oposición sea «autóctona», «independiente» o «nacional».
Los intentos por utilizar al Estado para «educar» a las clases dominantes, «convencerlas» de pagar impuestos más altos sobre la acumulación, «regular» los medios de socialización –no solo de comunicación– de su ideología y «compatibilizar» sus intereses con las demandas populares, han fracasado.
La paz burguesa ha ido cobrando metódica y puntualmente la vida de líderes políticos y sociales. Colombia es un buen ejemplo. La apelación de los desmovilizados al cumplimiento de roles de arbitraje que balanceen la correlación de fuerzas, ha fortalecido una fe instrumental y suicida en el Estado.
Pero no es museable la memoria. Lo han probado los adolescentes chilenos que desencadenaron las protestas recientes con aquella consigna que supo discernir tan bien entre 30 pesos y 30 años. El miedo se hereda menos de lo que imaginábamos.
Los factores desencadenantes de una invasión en Venezuela por parte de los EEUU y sus aliados se están consolidando: - Leer texto completo