x Ariel Petruccelli, Federico Mare -[Calpu / lahaine.org] - Tanto el enfoque conspiranoico a lo Trump, como la vsión fatalista de
la desgracia natural, coinciden en un aspecto clave: lo que cuenta es la
política
La crisis desatada por la pandemia del COVID-19 tiene desconcertadas a
las autoridades públicas de todos los países. No es para menos, habida
cuenta su magnitud (escala global, gravedad de efectos), su complejidad
multidimensional (crisis sanitaria, pero también económica, política y
social), y la oscuridad que rodea a su etiología y cura (la medicina
sigue investigando el origen de la mutación viral y buscando
desesperadamente una vacuna).
Se lo reconozca o no, lo cierto es que
nadie sabe con certeza cómo salir del atolladero; atolladero al que
tampoco se sabe muy bien -la verdad sea dicha- cómo diablos se llegó.
Prácticamente la totalidad de lxs economistas ya se atreve a
vaticinar que la recesión resultante de todo esto superará con creces a
las de 2008 (crisis de las hipotecas) y 1973 (crisis del petróleo).
No solo eso: una buena mayoría se atreve a pronosticar que muy
probablemente equipare a la Gran Depresión de los años 30, hasta ahora
la peor crisis en la historia del capitalismo.
E incluso no son pocas
las voces alarmadas que prevén una superación de ese récord recesivo, a
la luz de la velocidad pasmosa de la caída que registran casi todas las
variables macroeconómicas (producción, comercio, consumo, ahorro,
inversión, nivel de empleo, salarios, recaudación fiscal, crédito,
exportaciones e importaciones, turismo, remesas, flujo de transporte,
etc.)
En su informe de abril, criticado por su exceso de optimismo, el
FMI hablaba de una caída del PBI global cercana al 3%, que no es poco...
La OMC, más realista, ha augurado un desplome de casi 9%.
Al ritmo que
venimos, es poco probable que esta parálisis productiva, comercial y
financiera no derive en algo igual o peor que la Gran Depresión -
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