[Página12] - La entrevista comenzó cuando Ariel Dorfman estaba en Chile durante una
estadía de casi tres meses, en momentos en que todavía no se había
instalado la pandemia. Después el escritor partió junto a su pareja,
Angélica, a su país de residencia, EEUU, donde han tenido que
confinarse y aislarse en su hogar de Durham, Carolina del Norte.
El
autor de Konfidenz y La muerte y la doncella, entre otros textos, analiza la situación actual en el mundo y en su país, a la vez que brinda detalles sobre Allegro, su última novela.
-Has escrito varios comentarios en estos meses: cómo conociste a Biden y las razones por las que confías en él pese a las diferencias políticas que los separan; un análisis de la maligna cruzada anticientífica de Trump, al que calificas como jinete del apocalipsis; y una meditación sobre las lecciones que ofrecen el exilio y la migración para entender el mundo que hay que construir después del virus. ¿Y el Chile actual?
-De nuevo me toca mirar a Chile desde la distancia. Pensábamos viajar a Santiago a votar en el plebiscito del 26 de abril, lo que no fue posible, por supuesto, ya que la epidemia ha forzado la postergación de ese referéndum para el 25 de octubre (además de hacer inviable los viajes de este tipo).Más grave es que ha forzado a
la desmovilización que era el elemento de presión que aseguraba que el
gobierno avanzaría (aunque siempre en forma insuficiente) en las
reformas imprescindibles en torno a educación, pensiones, salarios,
salud, derechos de la mujer y pueblos originarios, además de llevar a
cabo un verdadero esfuerzo para combatir los problemas del
medioambiente.
Siempre los sectores conservadores y los dueños de la
economía en todo el mundo y en todas las épocas aprovechan las crisis
para echar marcha atrás en las transformaciones que exige la mayoría
ciudadana y aumentar su control sobre los sectores díscolos de la
sociedad, y Chile no es una excepción.
Dos hechos, uno simbólico y el otro de corte político, ilustran esto - Leer texto completo