(Sputnik / elcomunista.net) - Seguridad sanitaria o virus. Ese es el debate que algunos gobiernos europeos están proponiendo a sus ciudadanos. Pero una parte de la población se está rebelando contra lo que interpreta como una imposición política dictatorial.
Por Luis Rivas* - Tras más de un año y medio afectados por la pandemia de COVID-19, y en pleno verano europeo, aumenta en ciertos países la disidencia contra las medidas sanitarias que los responsables políticos están adoptando para frenar la llamada versión Delta del virus.
La opción por una vacunación obligatoria está ganando fuerza entre muchos gobernantes, aunque una medida radical de ese calibre dispararía las protestas ciudadanas, que se están multiplicando en algunas ciudades, a pesar del periodo vacacional.
Con esa amenaza pendiente, los dirigentes políticos están aumentando el grado de coerción para empujar a la vacunación voluntaria masiva. Entre esas medidas, las más duras comprenderían la posibilidad de perder su empleo si un profesional se niega a recibir la barrera al virus en forma de pinchazo, como se ha llegado a sugerir en Francia.
Sin vacuna no hay trabajo - Pero antes de llegar a esa opción radical, lo que ha echado a muchos a las calles es la instauración del llamado pase o pasaporte sanitario, que facilitaría una vida seminormal a los vacunados, en concreto, la posibilidad de entrar en bares, restaurantes, centros de ocio y comercio, pero también, y aquí está la chispa de la ira, en sus centros de trabajo - Leer màs