(Sputnik / elcomunista.net) - ¿Cuán graves son los lapsus verbales
de Joe Biden? ¿Sufre crecientes dificultades cognitivas? ¿Está acaso en
los primeros estadios de un trastorno neurológico degenerativo conocido
como demencia senil?
¿Va a estar capacitado para llevar el timón de la
Casa Blanca si se agravan esos problemas?
Por Francisco Herranz* - El presidente norteamericano, que en
noviembre cumplirá 78 años, necesita que su esposa, la doctora Jill
Biden, lo motive porque tiene «problemas cognitivos».
Eso cree la
columnista del diario New York Post, Miranda Devine, quien recordó que
el pasado 8 de marzo, cuando Biden anunciaba el nombramiento de dos
nuevas mujeres generales, se le olvidó el nombre de su secretario de
Defensa, Lloyd Austin, así como el nombre del edificio donde trabaja
Austin: el Pentágono.
«Y quiero agradecer al sec… al… al… eh, al
exgeneral. Sigo llamándole general, pero mi…, mi… al chico que dirige
ese equipo allí». Poco antes había mencionado sin problemas al
secretario Austin mientras parecía leer en un teleprompter.
HECHOS AISLADOS - Por desgracia, ese incómodo episodio
de confusión mental no es un hecho aislado. En una entrevista que el
jefe del Estado concedió a la periodista Ilia Calderón, el 26 de
febrero, emitida por el canal de televisión estadounidense en español
Univisión, la primera dama tuvo que avisarle en alguna ocasión en las
que olvidaba las palabras.
La transcripción de la entrevista es pública y
se observa cómo ella añade un concepto más preciso a una repuesta de su
marido. Él dice «instalaciones» y ella añade «refugios».
La breve
entrevista, apenas una decena de minutos, se filmó en la localidad de
Houston, en Texas, cuando el líder norteamericano visitaba el estado
sureño para interesarse por las graves consecuencias que dejó un
temporal de nieve.
Los síntomas de deterioro cognitivo
parecen todavía muy sutiles, muy suaves, casi imperceptibles, pero
evidentes para ojos expertos. La prensa del establishment norteamericano
guarda un silencio sepulcral, respetuoso, pero poco transparente.
El
argumento para callar (y esperar) radica en que se trata de un asunto
personal e íntimo, pero resulta que Biden es una figura pública muy
notoria, que debe tomar decisiones trascendentales. Su verdadero estado
de salud supone un asunto que despierta el interés no sólo local sino
mundial - Leer màs