[Sputnik] - Con el fin de la Segunda Guerra Mundial los criminales de guerra del Reich no podían pensar en nada que no fuese salvarse el pellejo. Querían esquivar ser juzgados por sus crímenes, así que decidieron escapar a otros países. Hubo quienes decidieron ayudarlos. Entre ellos, sacerdotes de la Iglesia católica.
Los criminales nazis empezaron a buscar un lugar seguro y a abandonar su Reich como ratas escapando de un barco que se estaba hundiendo. Las rutas de escape para los exmiembros de las SS aparecieron precisamente cuando la caída del Reich se hizo obvia e inevitable: dichas rutas pasaron a conocerse como líneas de ratas —ratlines, en inglés—
Hubo varias rutas, pero entre ellas destacaron tres principales.
La primera comenzaba en Alemania, atravesaba España y llegaba a su punto
final en Argentina.
La segunda línea de ratas atravesaba las ciudades italianas de Roma y Génova y terminaba en algunos países sudamericanos, y la tercera atravesaba territorio de algunos países de Oriente Medio y tuvo su punto final, también, en algunos países de América Latina.