[Sputnik / elcomunista.net] - Desde que el nuevo coronavirus apareció en China, con él se destaparon los agoreros. Científicos, políticos, periodistas o cualquier persona con posibilidades de influir en los demás se apresuraron a ofrecer sus predicciones sobre la duración del mal, la aparición de vacunas o los métodos de curación. A muchos no les dolió hacer el ridículo.
Por Héctor Miranda* - Al principio, desde occidente le dieron
la espalda al naciente brote que crecía en Wuhan y la provincia de
Hubei. Las anteriores pandemias que padeció la humanidad estaban tan en
el pasado que no había temores.
Será, si acaso, un asunto de los chinos y ellos se encargarán de resolverlo, pensaron algunos, sobre todo los políticos.