[Sputnik / elcomunista.net] - El contenido de los contratos que el laboratorio Pfizer negocia con varios países latinoamericanos es uno de los secretos mejor guardados de la pandemia.
Sin embargo, la molestia de los gobiernos de Brasil y Argentina y las quejas de otros jerarcas de la región permiten entrever la dureza con la que el gigante estadounidense comercializa sus dosis.
La avidez de los países latinoamericanos por obtener grandes cantidades de dosis de las vacunas contra COVID-19 los enfrentó a una tarea casi tan compleja como lidiar con la propia pandemia: entablar negociaciones con empresas multinacionales gigantes, como son los laboratorios que desarrollaron y ahora comercializan el antídoto.
La alianza entre la empresa estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech fue una de las primeras en comenzar la distribución de vacunas contra COVID-19 en todo el mundo. Tras las primeras experiencias en Estados Unidos y el Reino Unido, el conglomerado amplió el mercado y avanzó hacia otros mercados como el de América Latina.
En realidad, las conversaciones con algunos países latinoamericanos ya habían comenzado antes pero no se hicieron públicas hasta diciembre.
En una conferencia de prensa el día 15 de ese mes, el ministro de Salud argentino, Ginés González García, dijo que Pfizer fue el primer laboratorio con el que el país había negociado, incluso antes de que en agosto anunciara un acuerdo con AstraZeneca y la Universidad de Oxford para producir su vacuna entre Argentina y México - Leer texto completo