(Sputnik / elcomunista.net) - El 16 de noviembre de 1959, la Unión Soviética empleó por primera vez el sistema de misiles antiaéreos S-75 Dvina en el cielo de Stalingrado.
El objetivo era un aerostato automático estadounidense que transportaba equipos de espionaje y, a pesar del éxito de los operadores antiaéreos, el incidente fue clasificado.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, la inteligencia estadounidense se lanzó a la caza de secretos militares soviéticos.
La CIA y la OTAN estaban especialmente interesadas en los polígonos de prueba de Ashuluk y Kapustin Yar, donde se probaron los primeros misiles balísticos soviéticos.
Así, en 1953, el novedoso avión a reacción británico Canberra, que era tanto un bombardero de gran altitud como un medio de reconocimiento, sobrevoló la región rusa de Astracán. Aunque los cazas MiG-15 no lograron derribar al espía, las incursiones en territorio soviético cesaron temporalmente.
Nuevos espías en el cielo - Las misiones de reconocimiento tripuladas fueron sustituidas por aerostatos automáticos que consistían de un globo lleno de helio y una barquilla con una cámara de 35 mm, que pesaba unos cinco kilos. El casco de estos aerostatos estaba hecho de un material entonces novedoso: el polietileno - Leer màs