Las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos de América (EEUU) fueron las más caras de la Historia del país.
Los 14.000 millones de dólares batieron los propios récords -en 2016 fueron “sólo” 6.500 millones- de una democracia basada en el espectáculo y el marketing político, donde la publicidad es esencial (se calcula que en 2016 hubo 13.572 anuncios electorales).
Las cifras de la campaña electoral estadounidense son abrumadoras y muestran la barrera de clase que separa a la política profesional de la mayoría de su electorado.
Los líderes, tanto demócratas como republicanos, pertenecen, a una élite de poder o deben estar avalados por ella.
Nadie puede presentarse a la carrera presidencial de EEUU si
no es directamente millonario o logra recibir ingentes cantidades de
dinero por parte de los donantes para sufragar todos los gastos de una
campaña que puede extenderse por más de un año - Leer texto completo