No es la primera vez que ocurre en América Latina. Lo vimos antes. A través de una “destitución parlamentaria” se derrocó en Paraguay a Fernando Lugo, y más recientemente, en Brasil, a Dilma Rousseff. En ambos casos –como ahora- se usó el mismo argumento: cambiar a un mandatario porque se le considera “incapacitado moralmente”.
En las acciones golpistas, verdaderas mafias que encubren sus zafios propósito tras encumbradas palabras.
Pero sí es la primera vez que se usa en el Perú el término “vacancia” para derribar a un gobierno. Cuando Fujimori, no hubo vacancia. El dictador se fue, huyó cobardemente y desde Japón envió un fax renunciando a su investidura. El Congreso declaró vacante el cargo, pero no “vacó” al fugado. Y con Pedro Pablo Kuczynski (PPK) tampoco hubo vacancia. El primer intento, fracasó. Y ante el segundo, el Presidente renunció. Vizcarra asumió el cargo por ausencia del titular.
Es entonces la primera vez que se aplica en el Perú el procedimiento que depuso a Lugo y a Dilma. Pero aquí también se encubrió el caso con consideraciones “legalistas” - Leer texto completo