En el año de 1974 la profesora argentina María Teresa Nidelcoff publicó en la ciudad de Santa Fé un libro que se convirtió en un ícono de la teoría pedagógica en América Latina y recorrió las escuelas y aulas de nuestro continente en los años siguientes.
Este libro fue quemado, censurado y muchos de los profesores de Argentina de la década de 1970 que lo leyeron fueron asesinados y desparecidos. Su autora tuvo que exiliarse en 1976, tras el golpe de Estado, y desde entonces vive en España.
Este libro portaba el título de Maestro pueblo, maestro gendarme y fue publicado en Colombia en varias ocasiones por la Editorial Eco, la primera de ella en 1976. Yo conocí personalmente a su editor, Carlos Álzate, ‒ya fallecido‒ y tuve la oportunidad de ser uno de los primeros lectores colombianos de ese libro.
Este pequeño libro me marcó personalmente, como también lo han hecho otros libros desde la primera vez que los leí, y nunca los he olvidado y siempre me acompañan sentimentalmente, como Las venas abiertas de América Latina, La novela de los dos centavos, La Perla, Pedro Pàramo, Cien años de soledad…
En gran medida, este libro me indujo a convertirme en profesor y entrar a estudiar a una facultad de Educación, en donde luego de varios años obtuve mi título de Licenciado en Ciencias Sociales.
Ese libro, de esos pocos que quedan por siempre en nuestra subjetividad, me proporcionó una perspectiva vital, que ha guiado mi labor docente y educativa durante 40 años, y nunca he abandonado.
He recordado nuevamente este libro, porque su título y su contenido
esencial me permiten analizar dos hechos recientes, aparentemente
aislados, que sirven para caracterizar lo que es la educación
colombiana, y los intereses y contradicciones que la atraviesan - Leer màs