Están apareciendo nuevas armas para el ya imponente arsenal de políticas económicas y financieras de Occidente.
Para entender su naturaleza y alcance es necesario partir del conocimiento de las que se han utilizado hasta ahora, como las sanciones -incluyendo la más importante de ellas que es el embargo- decretadas sobre todo por EEUU y la Unión Europea contra países enteros así como para penalizar empresas y personas.
Resulta fundamental entender el criterio utilizado para decidir la imposición de esas sanciones.
EEUU y la Unión Europea sólo decretan, en decisiones inapelables, que un Estado, empresa o persona ha cometido lo que ellos consideran algún tipo de violación, imponen lo que ellos llaman «sanciones» o un embargo total y a partir de ese momento pretenden que terceros Estados respeten tales medidas, amenazándolos con aplicarles represalias si las ignoran.
En 1960, EEUU decretó el embargo contra Cuba, país que se había liberado de la dominación estadounidense, lo cual constituía para Washington una violación de su propio «derecho» a utilizar Cuba como una posesión:
el nuevo gobierno [cubano] nacionalizó las propiedades de los bancos y de las trasnacionales estadounidenses que controlaban la economía cubana.
Hoy en día, 61 años después, EEUU mantiene su embargo contra Cuba mientras que las compañías estadounidenses exigen re-embolsos ascendentes a miles de millones de dólares [1].
En 2011, preparando la guerra de EEUU/OTAN contra Libia, los bancos estadounidenses y europeos secuestraron 150 000 millones de dólares de los fondos soberanos que el Estado libio había invertido fuera del país, y la mayor parte de todo ese dinero simplemente... desapareció.