Mark Zuckerberg ha anunciado que desde el 1dediciembre la empresa Facebook pasò a llamarse META. Esto tiene dos implicaciones, una de carácter empresarial para legitimar y construir viabilidad jurídica a una de las operaciones más importantes que vienen haciendo: la venta de información.
Facebook usa la minería de datos para apropiarse la información desagregada de sus usuarios, la cual vende a terceros sin reportar porcentaje de ganancias para quienes de manera inconsciente proporcionan la información.
La segunda para crear el metaverso, un universo virtual que modelará actividades como consumo, participación política, sociabilidad, educación e incluso filtrará el acceso a la innovación científica tecnológica.
[Otra implicación, también importante y que quizás apresuró el cambio de nombre, sería lograr que los consumidores olviden el escándalo por la difusión de documentos internos sumamente comprometedores para la credibilidad de Facebook].
Esto ocurre, en medio de la incredulidad de muchos docentes y gremios docentes respecto al sostenimiento de la ofensiva de las trasnacionales de la tecnología sobre el mundo educativo, tanto en la fase educativa presencial de la pandemia como durante la postpandemia.
Hasta ahora, las actividades que pretende asumir el metaverso de Facebook eran parte de las tareas de reproducción cultural asignadas por el capital a los sistemas escolares (consumo, sociabilidad, ciudadanía, democratización del conocimiento).
Esto ocurre mientras entre el 40% y 50% de la población estudiantil en el mundo –e incluso docentes- no tiene siquiera conexión a internet o aun dispositivo de conexión remota.