[Sputnik / elcomunista.net] - La victoria del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia abre el camino a otro cambio en un país donde las posiciones están tan polarizadas que asustan, o por lo menos despiertan temores de un posible regreso a la violencia, al escamoteo de lo conseguido en las urnas, a algún fraude, incluso un golpe de Estado.
Por Héctor Miranda* - De 2011 a 2015 viví en el país del altiplano. Que es más que el altiplano, y mucho más que disfrutar de la majestuosidad del monte Illimani desde la avenida Camacho, más que Tiawanaco, que el lago Titicaca, o el Cerro Rico de Potosí.
Bolivia es un país lindo, una mezcla de culturas encantadoras que vale la pena estudiar y disfrutar.
Y La Paz es una ciudad preciosa, votada entre las siete urbes maravillosas del mundo. Todos los días recuerdo mis caminatas por la Plaza Murillo, frente al vetusto, pero no menos impresionante Palacio Quemado, con sus historias de violencia como acompañantes.
El descenso hasta el Prado, el amplio y céntrico paseo, donde me detenía siempre a disfrutar de las famosas tucumanas, las más ricas de cuantas empanadas se hacen en el país.
Bolivia es tranquilo. Pero en el país la violencia es silenciosa, como esos volcanes que parecen dormidos por siglos y de pronto estallan y lo llenan todo de humo, piedras y explosiones. Y muchas veces, durante toda su historia, los políticos o los militares se aprovecharon de eso, unas veces de la tranquilidad, y otras de la violencia - Leer texto completo