El 22 de octubre se cumplieron diez años de la publicación de los Registros de Irak, documentos que revelaron los crímenes de guerra perpetrados en el país de Medio Oriente.
Sin embargo, nadie fue llevado a juicio por las decenas de miles de civiles muertos. Los únicos enjuiciados por las autoridades estadounidenses fueron los soldados que denunciaron los crímenes y el editor de WikiLeaks que los publicó.
Entre fines del siglo XVIII y mediados del siglo XIX los africanos fugitivos de la esclavitud en las plantaciones del Caribe llevaban consigo hierbas y hongos tóxicos para ingerirlos en el (probable) evento de ser capturados y así morir antes de sufrir los tormentos brutales que los amos coloniales les infligían como preludio de la muerte.
Aún así muchos fugitivos eran apresados con vida.
Quizás el más legendario de todos fue Mackandal, líder de los cimarrones de Haití, a quien le atribuían poderes sobrenaturales; se aseguraba que su cuerpo poseía el don de la metamorfosis que lo hacía invisible a las hordas de cazadores de esclavos y sus perros sabuesos.