Montada sobre el caballo cojo de un fraude inexistente, la derecha
boliviana intenta emprender el camino de lo que es legalmente imposible:
la proscripción del MAS-IPSP (Movimiento al Socialismo – Instrumento
Político por la Soberanía de los Pueblos).
Sin embargo, después de un cruento golpe de Estado, de masacres, de violaciones masivas de los DDHH, de la persecución despiadada, del “lawfare”, y considerando todo lo que está en juego, esa amenaza no debe ser tomada a la ligera.
Parte de su estrategia es la inauguración de una etapa [otra más] de
la narrativa de odio en contra del MAS-IPSP. No es algo nuevo, como la
gota que intenta labrar la piedra.
Desde hace mucho tiempo, y desde los medios de comunicación [nacionales e internacionales], políticos, analistas y periodistas han insistido en construir una matriz comunicacional de permanente estigmatización del partido y de sus militantes.
La quema de la Whipala, la golpiza a indígenas en las ciudades más importantes, la quema de casas de dirigentes del MAS-IPSP, la organización de grupos paramilitares y el golpe de Estado no surgieron espontáneamente.