BEIJING, 27 ago (Xinhua) -- Una de las características más extrañas de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020 es que los ataques políticos contra China han ido más allá del sentido común.
La retórica viciosa contra Beijing ha ido alcanzado cada vez niveles más bajos esta semana en la Convención Nacional Republicana en curso.
En la reunión, los políticos contrarios a China en Washington pregonaron el enfoque de línea dura de la Casa Blanca hacia Beijing, atacaron a China por el llamado problema de transparencia durante la pandemia de COVID-19 y continuaron difundiendo un lenguaje xenófobo sobre el origen del virus.
Para aquellos ocupados en producir y hacer circular un virus político tóxico propio en medio de la pandemia, tanto dentro de Estados Unidos como en todo el mundo, difamar a China parece ser una excusa casi omnipotente para encubrir sus muchos fracasos, la terrible gestión de la pandemia en particular, y la única estrategia ganadora viable para las próximas elecciones de noviembre.
Estos políticos de línea dura anti-China, se contradicen a sí mismos jactándose descaradamente de que Estados Unidos no es un país racista, mientras constantemente hacen acusaciones infundadas contra China que sugieren lo contrario.
Esta aparente disonancia cognitiva y su perversa motivación política para convertir a China en chivo expiatorio son demasiado obvias como para dejarlas pasar por alto - Leer texto completo