La noche del 1 de agosto se ha convertido en una de los momentos más míseros y decadentes en la historia de estos últimos 30 años con respecto a prácticas racistas, en consideración al grave desenlace de hordas de peonaje anti mapuche y agentes del estado en comunas de la Región de la Araucanía, ambiente impulsado por grupos vinculados a intereses latifundistas colonialistas y empresarios hiperideologizados de extrema derecha.
Mientras integrantes de comunidades Mapuche mantenían la ocupación de
Los Municipios comunales de Victoria, Collipulli, Galvarino, Angol,
Curacautín y Traiguén en la Provincia de Malleco, como forma de protesta
ante la discriminación y estado crítico que viven 27 presos mapuche en
huelga de hambre en las cárceles de Angol, Lebu y Temuco,
grupos en hordas, en pleno toque de queda, bajo el control exclusivo militar y de Carabineros (desde las 22 horas), realizaron ataques que buscaban linchar a sus ocupantes, incluyendo a mujeres y niños como se pretendía en Curacautín.
La acción se realizó bajo la inacción de los agentes del estado, quienes permitieron el libre transito de grupos armados, que destruyeran diversa infraestructura municipal