[Sputnik / elcomunista.net] - El 8 de agosto de 1945 empezó la guerra soviético-japonesa. Esta quedó en la sombra de los sangrientos combates en Europa: la rápida derrota del Ejército Imperial japonés es percibida como una ofensiva muy fácil para el Ejército Rojo, pero en realidad el Lejano Oriente se convirtió en el escenario de duras batallas entre los ambos.
Pese a la opinión pública sobre aquella guerra, el conflicto armado entre la Unión Soviética y el Imperio nipón no fue una ofensiva contra un Ejército desmoralizado. Los militares japoneses lucharon violenta y furiosamente.
De ahí que muchos soldados soviéticos tuviesen que sacrificar sus vidas para derrotarlos. El enorme riesgo al que se sometieron los efectivos del Ejército Rojo forjó aún más su carácter inquebrantable.
La Gran Guerra Patria —el nombre usado en Rusia para referirse al Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial— que concluyó en mayo de 1945 no marcó el fin de la campaña de la URSS en la guerra mundial porque el aliado de la Alemania hitleriana, el Imperio de Japón, continuó luchando durante varios meses más.