A como ‘Artsaj’. Hasta que en septiembre estallara la guerra entre Azerbaiyán y las fuerzas étnicas armenias de esta republiqueta de facto (enlace), pocos ubicaban este nombre.
Pero allí nació la guerra moderna y la táctica militar pasó del siglo XX al XXI.
El uso masivo e innovador de drones armados (turcos e israelíes), empleados hasta ahora más en operaciones de inteligencia o asesinatos extrajudiciales [los terroristas los usan en Siria], le dio la superioridad al lado azerí por encima de las viejas doctrinas postsoviéticas armenias e inauguró una nueva época, confirmando de paso la relevancia para la izquierda del análisis militar
del que en su tiempo fue pionero Engels −el cumpleañero de 2020 (enlace)−, con su mirada de cómo el avance tecnológico moldea el moderno campo de batalla (véase: W. Streeck).
B como ‘biopolítica’. Hablando de la invención de una pandemia −a punto de ser acusado de negar su gravedad− G. Agamben logró poner la luz a la enorme capacidad del Estado de restaurar los disciplinamientos (M. Foucault)
y dominios perdidos en años recientes al sustituir el terrorismo por una amenaza médica (bioseguridad) y miedo al virus que despolitiza/paraliza la acción mediante el permanente estado de excepción (C. Schmitt).
B como ‘#BlackLivesMatter (BLM)’. El asesinato de George Floyd, en mayo, por un policía en Minneapolis (¡No puedo respirar!) ha sido una chispa que encendió las protestas a los largo de EEUU (y el mundo),